Pensar al revés

pensar al revés

Había un tren que me llevaba a algún lugar
del pasado
de donde no podía recordar nada
sino imágenes
memorias
destellos
poemas
dulzuras
gaviotas
un mar azul
del color azul
de los ojos
que nunca pude ver
porque no me dejaste
los cerraste
como ventanas
como cortinas
como telones
como el viento
que arranca dos flores
y se las lleva lejos,
a otro sitio
a una isla
a un oasis
perdido
donde yo ya no puedo alcanzarte.

Así que tomé un bote
me fui a la playa
nadé por las olas
que me mecían en contra tuya.
Así que fui
y vine
una y otra vez
otra vez y una
vine
y fui
hasta que toqué una tierra
que no era tuya.
Y a lo mejor sí que eras tú
pero no la misma:
te secaste
te agrietaste
te volviste una calma
más transparente
que la nieve.
Algo de otro mundo,
un ecosistema
independiente.

Atardeció
y no pude encontrar la puesta de sol
entre nosotros.
Amaneció
y no reconocí de dónde pudo haber surgido
el alba.
Pero estoy seguro
de que no fue de tu boca
ni de tus brazos
ni de nada de lo que prometimos
que sería inamovible
irremplazable
inigualable.

Volví a mi bote
y caminé por sobre el hielo
porque el mar
a pesar de lo salado
se congeló
porque lo despreciaste
porque no lo regaste
y me condujo hasta la playa
donde hace años
nos habíamos jurado estar juntos.

Y al llegar todos se habían ido
la estación permaneció vacía
pero ningún tren vino
a recogerme.
Se había ido,
me abandonaron.

27/03/2016

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