Algunos sueños están hechos para vivirse solo

Algunos sueños están hechos para vivirse solo

Hay veces
en las que despiertas y descubres
que tienes un montón de ilusiones
y aventuras que compartir.
Lo primero que haces es buscar
quien te quiera acompañar
en este viaje,
pero qué es lo que sucede:
Son otros los oídos que te escuchan,
son otros los ojos que te quieren ver.
Te quedas como un náufrago
ofreciéndole un poco de tierra firme
al capitán.
Y así te desprendes a la deriva:
Buscando más oasis en los que encallar.
Para qué,
sólo te preguntas,
vale algo la pena emprender esta aventura
en el que no habrá más memoria
que lo que tú puedas recordar.
Y lanzas botellas al infinito,
con palabras que jamás nadie leerá.
Hasta dónde llegarán,
hasta cuándo durarán.
Y así llegas al punto
en el que ya no sabes si navegar
o dejarte llevar por las gaviotas
que te quieren rescatar.
Vas sentado sobre sueños;
pobres balsas que se deshacen al despertar.
Hasta cuándo,
hasta cuándo.
Frustración al darse cuenta
de que reservaste un crucero para dos.
Tienes el boleto en mano,
y se te ha quedado
vacío el corazón.
Todo se ve confuso;
la niebla te obliga a fracasar.
¿Y lo qué buscabas?
¿Y en lo que creías?
¿Dejarás que el sol mastique
tus esfuerzos
y así nunca más intentarlo
una vez más?
Mira quién te odia,
mira quién murmura.
Piensa que ellos nunca han tenido el privilegio
de poder soñar.

17/02/2013

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