Muchos de nosotros aún no estábamos ahí
cuando se erigieron los imperios antes de doler.
Hubo arquitectos que diseñaron edificios con ventanas amplias
para que pudiéramos saltar de vez en cuando
cada vez que hiciera falta.
Cajas para refugiarse del mundo que nos dañaba…
cajas musicales
a las que les pusimos un engrane
y les dimos cuerda para ponernos a bailar.
A unos los hicieron olvidar lo que tomaban;
perderse en una soledad de laberinto,
de desprecio.
Y llegaron a tomarnos las espaldas,
a frotarnos los cabellos.
También llegaron quienes sólo preguntaron razones
que no podían encontrar.
Incómodos talentos que se dejaron guiar
al ritmo de luces aleatorias.
La música es un continente
que se mueve al ritmo de tus pies.
Huellas que vas siguiendo una a una,
conforme avanza el ritmo del reloj.
Sigue la melodía de cada día;
haz lo que mejor sepas hacer,
deja que la música guíe tu vida.
Discofonia.
Muchos de nosotros aún no estábamos ahí.
Nos dijeron que el mundo era un peligro
y que sólo debíamos obedecer.
A unos sólo nos confundieron con ladrones;
nos prohibieron libertad.
Nos dejaron comprar un trozo de cielo
para cuando quisiéramos volar.
También llegaron los que nos invitaron a salir
cuando afuera llovía monotonía;
aquellos que nos hicieron coger un taxi
en dirección contraria a lo que soñábamos.
La música es un destino
del que no sabemos el origen.
Un gatillo que vamos detonando
cada vez que nos decidimos a reír.
Ve adonde te sientas cómodo,
no te olvides de vivir.
Discofonia.
Y cuando alguien nos escucha,
sólo hay ojos y sentidos
para bailar hasta el final.
A algunos nos hicieron hablar con el cuerpo,
con la vista,
con el silencio.
Nos dejaron rimas tontas para cantar.
Discofonia
para los que se atreven a ser sí mismos.
Discofonia
para los que desgastaron la suela de sus pies.
Discofonia
para los que viven las ciudades por sus noches.
Discofonia
para los que aman el soundtrack de su vida.
Muchos de nosotros aún no estábamos ahí
cuando este mundo comenzó a girar.
Y la música ya estaba ahí.
26/05/2013