Fierro viejo

Fierro viejo

Rebaba es lo que deja
un arduo trabajo.
Mañanas de desvelo
en las que ni siquiera el tiempo
se atreve a transitar
haciendo ruido.

Va por ahí descalzo,
de puntillas,
tratando de esquivar
aquello que pudiera despertarnos.

Fue ayer cuando llegaste
a este lugar en ruinas
a construir
lo que sería el taller
en el que forjarías
a fuego lento tu poesía.

Al principio te quemaste,
confundiste entre tus manos
la herramienta
que causaba daño
de lo que podría salvarte.
Llegaste desterrado
de lo que otros corazones
jamás pudieron darte.

Barriste el polvo
de tu cuerpo,
limpiaste con detalle
las ventanas.
Dedicaste horas de tu vida
a crear el universo
que mejor podría representarte.

Y sin darte cuenta,
te volviste un astronauta.
Entendiste la esencia
de la alquimia
y cómo la ciencia
es el arte
cuando se desnuda.

Experimentaste;
no te detuviste
cuando te dijeron
que sería imposible
llegar a Marte.

Al contrario,
no viste la barrera
y construiste un planeta
desde el cual nos recordaste
que hay veces que la Luna
está más cerca
de lo que nuestros sentimientos aparentan.

Hoy tienes cicatrices
en los brazos.
Tus manos no son las de antes.
Tus ojos
han llorado suficiente
que hoy ya están cansados.

Hay preguntas que vienen a tu mente
después de tantos años:
si aún vale la pena seguir haciendo
lo que quieres
o si debes renunciar
para dejar todo de lado.

Mira el fierro viejo
que has creado.
Cierra tus ojos un momento,
¿queda algo pendiente
que aún no hayas logrado?

26/07/2015

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