La sinceridad de los cuerpos

La sinceridad de los cuerpos

La sinceridad de los cuerpos
son las yemas recorriendo las historias.
El silencio guardado muchas veces
y que muy pocos se atreven a romper.
Son los ojos abiertos en la noche,
la sonrisa que se esconde tras la niebla.
El corazón que ve más allá de lo invisible
y puede decirte si hay alguien más ahí.

La sinceridad de los cuerpos
está en las letras que recorren tu espalda,
en los discursos que mejor pronuncio
con tus besos.

La sinceridad de los cuerpos
es sentir la electricidad de tu emoción,
la respiración que canta
diciéndome que tú ya duermes.
Es despertar a media noche,
o a media madrugada
para descubrir tu sueño
descansando junto al mío.
También es la inquietud de la vigilia
cuando ambos no sabemos
si el otro está dormido.

La sinceridad de los cuerpos
es cuando te observo
y tomas de mi mano
para buscar si la luna
se ha ocultado entre mi boca.
Es cuando juntos vamos descubriendo
cada pedazo de nosotros
como si quisiéramos reproducir en barro
hasta el mínimo detalle
de lo que vamos explorando.

Me enseñaste a vivir un cuerpo
que quema desde el fondo,
donde la verdad nunca hace daño;
al contrario,
va haciendo intensas las caricias
de lo que vamos compartiendo.

Contigo no hay barreras;
la frontera es el horizonte mismo,
las olas que saltan de tus ojos a los míos,
el remolino en el que nos abrazamos
para llegar juntos hasta el fondo.

La sinceridad de los cuerpos
es agradecerte la oportunidad
de probar ser diferente.
El momento que extraño entre mis manos;
disfrutar cómo arden las heridas
cada vez que vuelvo a verte.

24/03/14

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