Lo peor de fingir es que te quiero

Yo sé que somos nada.
Que apenas me conoces.
Que desde el inicio me dijiste
que no me ilusionara,
porque cosas del amor
tú no las correspondes.

Yo sé que te avergüenza
que sea romántico en la calle,
pero no sé si sí lo piensas
o si sólo así te gusta que te traten.

Entiendo que no debo de mirar
más allá de donde mis ojos lo permiten,
y que no debo repetir los versos dedicados
que tú mismo has querido
que se olviden.

Fingir…
Fingir se ha vuelto algo cotidiano:
un café en el desayuno
o un bostezo a media tarde.
Un respiro tan normal
que a veces no sé discernir
si podré vivir con el dolor
o si me he acostumbrado a lo que arde.

Sé que no debo emocionarme;
has sido insistente.
Pero al ver tus ojos
miro algo distinto
de lo que me dices.

Me has enseñado
y he aprendido
a nunca preguntarte;
a guardar silencio
y sólo imaginarme
qué se oculta ahí adentro,
que no quieres enseñarme.

¿Fingir?
Soy todo un experto.
Pero lo peor de fingir
es que te quiero.
Y que entre tanto negarte
y mentir
ya no puedo distinguir
entre qué es lo que es verdad
y qué es lo que me cuento.

2017/08/06