Los letraheridos

Los letraheridos

Tú y yo hemos sido letraheridos:
Yo por mi silencio,
tú por el orgullo.
Caminando por la calle,
evitando acercarnos,
alguien sacó un verso
donde no estábamos nosotros
y recitó
un poema
donde no había más rima
ni endecasílabos,
ni ritmo
que nos dijera cómo amar.
¿Pusiste atención?
¿Fueron los celos de no ver tu nombre
en esa obra de inspiración?
Había una que otra sílaba
que corría por nuestras venas,
y decidimos interrumpir su paso
para que no nos molestara.

¿Sabes?
Nuestras palabras
a veces llevan
acentos que no suenan
y comas y puntos que nomás no se pronuncian.
¿Para qué?, dices tú,
pretender que existen sentimientos
donde de plano no los hay:
cada palabra un sonido,
cada caricia una emoción.
No interpretemos cosas
que no existen
ni textos mudos sin razón.

Los letraheridos hemos andado solos el camino:
soportando las despechos,
enfrentando los silbidos,
dedicando vidas a quienes
ni siquiera se dan cuenta
de que para nosotros
han sido divinos.

Y así nos letrahieren,
con unas gracias desabridas
y calcomanías de besos
para cuando estemos aburridos.

Los letraheridos nos sabemos
indistintos:
arquitectos de estructuras huecas,
cuyo dueño nunca habitará.

Nos letrahieren al leernos,
porque la lectura es como sal
cayendo directo en nuestra herida.
Pero nos letrahieren más
cuando pasamos inadvertidos
ante su mirada,
porque la abstinencia
a nuestro néctar
es como una flor cortada
que nunca se vendió.

Tú y yo hemos sido letraheridos:
Yo por haberme callado lo que siento
y tú por no haber dicho nada al respecto.

10/03/2013

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *