Tengo un secreto que no revelo a nadie.
No me lo creerías si te lo dijera,
pero tengo dentro de mí
alguien a quien nunca muestro.
Se trata de un yo privado,
un yo distinto,
un yo muy raro.
Este yo es muy tímido;
no habla frente a nadie,
no dice lo que piensa,
pero imagina siempre
cómo podrían ser las cosas
si él tan sólo se atreviera.
Hay veces en las que salgo con él
y otras en las que lo dejo en casa.
Como está muy solo,
le busco siempre compañía;
pasamos entonces tardes en los parques
y me la paso viendo en otros ojos
a ver quién podría serle interesante.
Y a veces los encuentro:
tús ajenos que se ocultan
tras otros rostros.

Comenzamos siempre con una cita a ciegas,
evitando hacer clic con la mirada,
pero inevitablemente terminamos
al final de la noche
revolviéndonos entre las sábanas.
Lamentablemente,
ninguno de ellos
ha alcanzado a tocar
a ese yo privado.
Luego me pregunto
si existen en el mundo
otros como yo
que guardan a otro yo
dentro de sí,
o si seré el único loco
que piensa que existe otro
que se parece a él.
También hay veces
en las que ese yo
se parece mucho a mí;
tanto que no logro distinguir
si más bien ahora a quien oculto,
en efecto, es a mí.

En ocasiones
no encuentro a mi yo
por donde quiera que lo busque
y tengo que armarlo
de gestos y caricias
que otros me propician.
Tengo duda a veces si este yo
no es otro a quien yo quisiera ver
para enamorarme,
o al menos para darme cuenta
de que no soy del todo malo
como para quedarme encerrado
en rostros que aparento.
No le vayas a decir a nadie,
pero este yo que escondo
es todo lo contrario
a como diariamente me comporto.

Ilustración: Luis Alfonso Hernández @MaeseLuis

21/07/2013