Morir de todo

morir de todo

En esta vida hay que aprender a morir de todo:
de amor,
de hambre,
de vergüenza,
de dolor.

Morir de ausencias
o de tenerlo todo.
Morir de felicidad
pero también de enojo.
Morir de todo lo que nos mortifica
y de lo que nos hace sentir bien.

En esta vida hay que morir de tiempo,
lentitud
y de prisa.
Morir por ser cobardes
o morir al arriesgarlo todo.
Morir por ti,
por mí,
por él.
Por el padre
y por el hijo,
y también por los que no saben a quién encomendarse.

Morir como el tiempo íntimo
que la pena no quiere romper.
El susurro en el oído,
la mordida en el pezón.
Morir estando vivo
sin tener ningún motivo
o razón.

Morir de nervios es distinto
a morir de envidia,
por ejemplo.
Morir de cansancio es otra cosa
que morir de sueño.
Son pocos lo que tienen hoy el privilegio de morir
y vivir para contarlo.

Morir de risa,
¿por qué no?
Morir de pobre.
Morir con los harapos
que uno viste desde niño
sin saber por qué conserva.

¿De qué más podría morirme?
¿Cómo más podrías matarme?
Morir de orgullo
no será dejarme morir
ni suicidarme.
Morir será lo último que dé
sin traicionarme.

Morir de frío,
morir de miedo,
de placer.
Morir del vacío que sienten nuestros cuerpos
cuando dejamos morir nuestros recuerdos.

En esta vida hay que aprender a morir de todo:
morir no está de más
cuando hay paraísos de por medio.

10/04/2016

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *