Nada dura después de abril

Ha pasado antes
y temo que ésta no será la última vez.
Desde el horizonte
el sol sale,
y no se desvanece
hasta el atardecer.

Algo tiene abril
que siempre trae consigo
amores fugitivos.
Semillas que estaban dormidas
bajo el frío
y que con el sentir de los abrazos
germinaron y se convirtieron en enredaderas.

No deja de asombrarme
la belleza con que el viento
mece nuestros sueños
y nos lleva a mundos
que no habíamos explorado.
Ojalá también tuviera la fuerza necesaria
para transportarme hasta tu lado
y dejarme ahí por siempre.

No sé si es el clima
o el agobio de la primavera,
pero en abril parece que la noche brilla
cada vez que tomo a alguien de la mano.

Hay días que me prometo
no volver a cultivar los sentimientos
que hacen florecer mi corazón.
Pero llegan años en los que me arrepiento,
y me digo que no vale la pena
esconder las cosas bellas que surgen
cuando puedo hablar con alguien
de algo más que amor.

No sé qué es distinto en estos días,
pero siento que este mes transcurre toda una vida en mí.
Sin embargo, como el tiempo,
nada nos pertenece ni perdura.
Y por razones muy extrañas,
sé que mayo trae un cambio
que me va a alejar de ti.

Así sucede cada año:
nada dura después de abril.

2017/04/09