Doliéndome la vida
sin saber nada de ti.
Ya no más mariposas de tus besos
rondando la ventana.
Despierto así un buen día
sin otra cosa más que hacer
que pensar en ti de nuevo.
No eres de los que aman con la boca nada más,
sino que entregas tu cuerpo a la hoguera.
Quieres retorcerte de dolor,
lanzar cenizas de placer.
Y dime si te gusta
que te dediquen serenatas.
O sólo te gusta ver cómo tienes a todos encantados
cantando y esperando
bajo tu ventana.
Es probable que para cuando leas esto
no sepa si aún me extrañarás
o si estarás sintiendo otras pasiones
dentro de tu corazón.
Y recordarás,
leyendo mis palabras,
los momentos que vivimos
y los cuerpos que dejamos sin usar.
Sabrás que ninguno de los dos necesitó de tiempo
y que sólo quisimos un pretexto
para no hacernos sufrir más.
Y no diré adiós a qué sentimos
ni me olvidaré de aquellas voces,
porque tú y yo ya sabemos
que hoy lo que está de moda es fingir.
Doliéndome la vida,
extrañando tu sonrisa,
sabes que he escrito de ti.
Habrá algún día en que vuelvas a oír estas palabras y,
con mucha suerte
y un poco de mi licor encima,
probarás el perfume de mis labios,
y no lo sé,
pero espero que sonrías
con tu ladrona inocencia.
Y me acordaré de las canciones
y de la manos que nunca se juntaron.
De cuando me gustaba hacerte reír,
dejando al aire mis errores,
porque yo sigo siendo igual que cuando te conocí,
con mi romanticismo
que nunca dejaste de criticar.
31/12/2012