Me dijeron que eras una isla,
que no sabría cómo llegar.
Que las olas
y el mal clima
me impedirían tocar la orilla,
sentir la arena,
besar la playa.

Me dijeron que sólo hacía buen tiempo de día,
pero logré retenerlo aquí conmigo
hasta que llegó el atardecer.
Entendí que nada nos unía,
que nunca hubo motivo
para dejar al sol oscurecer.

Me dijeron que no sobreviviría una noche,
que sería presa fácil
de los monstruos y alimañas.
Que sería carnada,
que sólo quedarían de mí los huesos
o la nada.

Me dijeron que no creyera
lo que mis ojos veían,
que normalmente ellos engañan.
Que no escuchara el sonido de las voces,
que no intentara alcanzar el horizonte.

Me dijeron que nunca esperara mi rescate,
que quedaba a mi propia suerte,
que lo que estaba a punto de emprender
sería mi último viaje.
Que nadie lamentaría mi muerte
y que sería uno más de los ilusos
que quiso conquistar la isla.

Pero yo no iba a conquistarte,
yo sólo iba a sentir junto a ti la brisa,
la humedad del viento.

Me dijeron que eras temporal,
pero una vez ahí
tuve la impresión
de que lo nuestro
iba a durar
hasta la eternidad.

10/08/2014