Todo comenzó en la patria donde el corazón no me pertenece.

La invasión de fuera, la inminente guerra. Las banderas ondulantes dando aviso al viento de lo que se acerca.

Hay soldados que mueren por coraje, otros que defienden ideales.

Los valientes son los que riegan con su sangre el futuro que les dieron a cuidar sus padres.

La historia que nos contamos entre pares es la de recuadros hablándose a través de la pared.

Dejamos expuestas al aire nuestras quejas, lo que pensamos.

Esperamos que los demás las lean, que lean lo que sentimos, que se enganchen con otro igual que ellos.

Así es esto de lanzar ideas al aire. A veces funciona, otras se quedan en veremos.

Nuestros días son pequeños calendarios con frases optimistas, con recetas de cocina, con historias policiacas, con decepciones amorosas.

Nos sentimos con espacios restringidos para expresar lo que sentimos.

Se nos da la oportunidad para decir lo que queramos y dejamos la hoja en blanco.

Cada uno dice lo que quiere y pretende que lo escuchen. Quien escucha espera que muy pronto el que habla termine su discurso.

Abrir la boca es de las decisiones peligrosas: el camino sin retorno, la trinchera del desastre.

Vengan hombres, vengan tanques. Jamás habrá poder real que las ganas de destruir sacien.

Todo comenzó en la patria donde la razón no nos pertenece.

23/12/2013