Soles desvelados
rumiando entre las nubes.
Golpea un haz los párpados
y enciende nuestra piel.
Ha caído ya un diluvio
que se ha llevado los perfumes,
que ha arrastrado los colores.
Jamás existió lugar para la despedida;
el tiempo atravesó de largo:
germinaron las semillas,
maduraron sin gloria ni desdén
cada uno de los días.
Perezoso el viento
que no sopla con fuerza.
Deja todavía polen y néctar
en algunas flores
que a este punto
ya están muertas.
Aquí empieza la tormenta,
señal de que aún no hemos cambiado.
Ve arder el pasado
en crepúsculos
que nunca llegan.
Vienen los meses más difíciles:
los que pegan como olas,
los que queman la pupila.
Viene la época del año
en la que se secan nuestras huellas;
nos convertimos en cenizas,
mantenemos las promesas.
22/06/2014