Érase una vez una promesa

érase una vez una promesa

Hay voces que no escuchas,
entre la música y la noche.
Horas que parecen infinitas
y que al final duran casi el doble.

Ahí estoy yo entre la muchedumbre,
ahí estás tú como cualquiera.
Más vale que tu nombre a preguntar me atreva,
antes de que olvide la razón por la que he venido.

Y el amor se convierte en una apuesta,
en un juego donde yo soy el enemigo.
Creemos que hablar es un campo de batalla,
y nadie quiere rendirse ante la tregua.

Hemos olvidado lo mejor que nos unía
y lo hemos transformado en el odio más profundo.

De repente el día se vuelve frío,
y el sol arde hecho cenizas.
Hay viento que no se fija en los errores;
y lluvia que no moja las mentiras.

Tuve un poco de paciencia y la perdí.
No fui necesariamente quien debía.
A todo lo que me preguntaron, respondí que sí.
A todo lo que contesté,
me dijeron no.

No entendí por qué fue así,
si ya todo lo tenía.
El incontable transitar del mundo.
Las horas secas
cayendo de la vida.

El verano comenzó,
como era de esperarse,
trayendo largas sombras
que no tardan en volver.

20/06/2015