Viajar por vidas que no me corresponden
ha sido mi estilo tantos años.
Cargar pesos que no me tocan,
pescar respuestas que no me hacen. 

Vidas he pasado preocupado por las emociones que miro a lo lejos 
como estrellas.
Pensando que son mías.
Que los días nublados son mi culpa
y que la lluvia me castiga
por no hacer más de lo que puedo.

Días pasan sin que haya disfrutado los momentos espontáneos
que me estaban esperando.
Hoy se han derretido como helados
y no me queda más que lamer el suelo opaco
e imaginar los sabores
que esas emociones tenían para mí.

Jamás sabré si eran dulces o salados;
se han evaporado.

Universos transcurrieron 
y yo buscando el mejor de los espacios
para vivir en él.
Pensé que como caracoles 
debía huir de mi coraza
y encontrar una adecuada
que me hiciera sentir bien.

Nunca se me ocurrió mirar a mis espaldas,
y abrazar la casa que llevaba atrás de mí.

¿Cuánto tarda el mar en borrar las olas?
¿Cuánto tarda el viento en mover las nubes?

Me he estado preparando para el peor de los momentos,
destruyendo lo que queda de mi cuerpo
porque no sé ya qué otra cosa destruir.

Me quedo con el tiempo
y con la sensación de morir despierto.
En carne viva reparar la soledad 
que mantenía en secreto.

Siempre vi el dolor
como algo muy ajeno.
No sabía
que sólo me estaba viendo
a través de un espejo.

09/08/22