No todas las orugas se vuelven mariposas

No todas las orugas se vuelven mariposas

Silenciosa
duerme
la muerte
en el corazón.
Respira,
se mueve,
aguarda
paciente,
porque no tiene
mucha prisa.
Cuando cree
que es el momento,
ella viene,
bosteza.
El peligro
es inminente
así que le es indiferente
cualquier daño.
Despierta
y tras hibernar
por tantos años,
tiene hambre de
la vida.
Se come la felicidad
y los abrazos,
los momentos
y los días
que nos dieron
luz en el pasado.

La oscuridad
abre sus alas,
va cubriendo de muerte
las sonrisas.
A veces se lleva
las flores
que aún no han dejado
sus semillas.

Hay sueños que se envuelven
con toda la esperanza
para volverse realidad
dentro de poco.
Hay sueños que se secan
porque no los alimenta
la entereza
ni el asombro.
Pero hay sueños que van corriendo
y se detienen
porque el soñador
ha muerto
de repente.
Son esos sueños
los que más me duelen,
porque entiendo que ha habido
voluntad para alcanzarlos,
pero que la mala suerte
se ha cruzado en el camino.

Cuánto daría yo
por querer recuperarlos.
Cuánto me gustaría a mí
verlos realizados.
Pero aunque no me guste
creo que entiendo
que a veces así funcionan estas cosas:
no siempre todas las orugas
se vuelven mariposas.

30/08/2015