Torre de Babel

En el cielo existen estrellas tan hermosas,
pero ninguna tan roja como tú.
La piel debería quemar
cada vez que te toco
o que intento alcanzarte,
pero sucede siempre lo contrario:
me da el calor que necesito
para continuar
y seguir amándote.

He de confesar,
que me pareces como un niño,
con tu inocencia desbordando en tu sonrisa,
con la alegría reflejada en tu mirada.

No sé por qué contigo es muy distinto,
pero cuando estamos juntos
siento que corremos de la mano,
ignorando la velocidad,
el tiempo,
y lo que está apegado a ellos.

Mis manos no se cansan de enseñarte
cómo son los sentimientos
de alguien dispuesto a perderlo todo.

Igual aún eres muy pequeño para comprender los esfuerzos
que me toma llegar a ti.
Y cada vez que nos echamos en el pasto
a buscar en el espacio
un lugar donde escondernos,
mi estómago siente miedo
de volar tan libre y caer desde lo alto,
y el vacío de sumergirnos más en ese negro
hasta quedarnos sin oxígeno.

No sé si lo entiendes,
pero ser un hombre no te va a hacer fuerte.
Allá afuera siempre hay gente
que va a juzgarte por ver y hacer las cosas
de manera diferente.
Hay lobos que aúllan a la luna
pensando que ésta es sólo suya,
o planetas que dan vueltas
sin dejar a nadie más entrar.

No importa.
Sé valiente.
No hay cosa peor
que restringir tu amor
por temor al qué dirán.

Sé que eres un hombre de palabras,
y como te lo he hecho saber,
todo lo que tengo que decirte
está escrito en mi piel.
Ven y toma las que necesites,
que cada vez que estemos juntos
construyamos una torre de Babel.

2017/04/22