Amnesia cósmica

Amnesia cósmica

Silencio sellado en la promesa,
odio guardado en el orgullo.
Nunca más una palabra.
Nunca más otra certeza.

Entre colores y sucias manos
los gritos y las risas de dos niños.
Imposible unir amigos
cuando el destino quiere verlos separados.

La flor así se secó al olvido;
una lágrima cayó después.
Decir “no” a un sentimiento reprimido
que tarde o temprano siempre ha de volver.

Si el rencor lo dice, no creer.
Si es la envidia, ya dudar.
Si es el sueño, no intentar.
Y mentir cada vez que sea verdad.

Entre la tormenta de la nieve,
el susurro del segundo, frío.
Lo tuyo antes, ahora es mío.
Caminar descalzo cuando no se puede.

A medio día, fue el primer encuentro.
Meridiano, encima del antaño.
Una voz, un eco perdido.
Lo lamento, no debí haber dicho.

Uno y treinta, múltiplos de veinte;
conjuntarse en el hedor hora y media.
Lo que no se ve jamás se siente.
Lo que no se siente, no vale la pena.

Desierto de azúcar en el próximo viñedo,
el placer regresa y hace mucho daño.
Decepcionado de sí mismo, por supuesto:
si la última promesa ha sido en vano.

No refleja sólo al sol el agua;
esconde más allá el susurro de los muertos.
Cuando cae la noche, el búho canta
al momento que te devoran esos cuervos.

05/07/2015

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