Subir al cielo,
despertar.
Caminar entre pasillos,
ver múltiples escenas
hasta topar con unas puertas
y encontrar que
tras de ellas
está arrumbada la inocencia
de la que nos fuimos desprendiendo
conforme fueron madurando
nuestros días.

Mirar la ropa
que se ha encogido
-¿o será quizá que eres tú
quien ha crecido?-,
buscar entre juguetes,
revolver fotografías
y toda una serie de papeles
tratando de encontrar los sueños
que todavía puedes usar.

Te sorprendería saber
cuántos aún siguen vigentes
y cuántos otros han cambiado.
Llévatelos todos,
cárgalos contigo.
Vuelve a tierra
y duerme
para hacerlos realidad.

Siempre habrá vacantes
para nuevos astronautas;
medallas y trofeos
para todos los atletas;
estaciones de bomberos,
campeonatos,
universo suficiente para las estrellas
y escritores para cuentos
que requieran
de personas como tú.

Estás hecho de tus metas,
de los pasos que te acercan
a como siempre imaginaste.
Siéntete orgulloso
de que tu vida tenga un solo dueño
y no lo olvides:
por la mañana
al abrir los ojos
y todas las noches
antes de dormir,
besar tus sueños
que todos están hechos para ti.

15/06/2014