Deja a los adultos en paz,
que ellos tienen
propios juegos:
juegan a levantarse muy temprano
para ir a trabajar
en cosas que no les gustan
y que por lo visto
tampoco quieren disfrutar.
También juegan a mentir,
o a decir medias verdades
o a hablar mal de las personas
cuando no están junto a ti.
Siempre piensan en dinero,
en lo que va a pasar mañana,
en cómo ser mejor que el otro,
y en cómo el tiempo es oro
y no se tiene que desperdiciar.
Por eso a veces me gustaría
ser un reloj:
para controlar sus vidas a mi gusto
y hacer que me dediquen un poquito
de toda su atención.
Me gustaría ser capaz de pausar el tiempo
para enseñarles los colores
que no quieren ver por tercos,
o cerrar los ojos
y salir corriendo
hasta que la noche nos encuentre
y el hambre nos delate.
Pero ellos llevan mucha prisa:
hablan de problemas
que aún no llegan,
y de cosas que recuerdan
que los hacen sentir mal.
Ven, vamos,
deja a los adultos en paz,
pues ellos huyen de la lluvia,
y se enojan si se mojan
pues no entienden que la vida
también puede llorar.
Ven, deja a los adultos en paz,
que cuando juegan a escondidas
siempre hay una intención oculta
que no les gusta revelar.
Viven en un mundo distinto,
opaco y aburrido,
en el que dan vueltas sin sentido
y se olvidan de cantar.
Por eso ven conmigo
y trae contigo esa sonrisa
y muchas de jugar.
Ven y haz caso a lo que digo:
deja a los adultos en paz.
13/09/2015