Prohibido olvidar
a los que nos olvidaron,
porque de ellos es el castigo,
la canción de cuna
que no se calla
cuando el dolor la arrulla
con todo su pesar.

Prohibido olvidar
a los que jamás nos perdonaron,
porque en ellos viven los minutos
que nunca concedieron.
La angustia al rojo vivo,
un destello de soberbia
que nadie imaginó.
La vida dando vueltas,
el frío entrando en comunión.

Fue esto lo que nadie dijo…
fue esto lo que ninguno escuchó…

Entonces…
¿por qué la confusión?
¿Qué palabras se perdieron
entre lo que quería decir
y mi resignación?

Sonaron las campanas;
alguien más vino a verme
y me dejó en un maletín
los pecados olvidados
que abandoné en mi religión.

Hurgué entre ellos;
recordé los viejos tiempos
cuando era un solitario
y me engañaba con promesas
de un mundo feliz.

Quise ser humano,
me di permiso de soñar.
Arranqué las pocas cosas
que me ataban a la tierra
y dejé al viento soplar…

Sonreí por un instante
hasta que fui la pesca
de un paseante
que olvidó por qué el destino
se llevó su corazón.

Fue justo en ese encuentro
que el mundo conocido
para mí se transformó.
Pasó de lo que compartí
a lo prohibido,
y de la memoria al olvido;
un instante
que dejó consigo rastros
de altavoces y susurros dispersos
en el mar.

Demonios,
retrocesos;
juramentos que no vamos
a cumplir al despertar.

13/03/2016

*icon by Yannick from flaticon