¿Quién te dijo que no podías llorar?

Ojalá tuviera las palabras adecuadas
para hacerte sentir bien.
Encontrar el punto medio
entre lo que siento
y lo que pienso.
Oír en mis palabras el cariño y el dolor
queriéndote abrazar.

Entiendo que el calor en el desierto
es algo natural,
pero la noche
puede ser también un buen momento
para descubrir que el tiempo no pasa tan deprisa
cuando no lo puedes observar.

Dime si una vez,
aun con este frío,
has sentido las estrellas y las nubes
condensándose en tu piel.
Ese cosquilleo,
la humedad surgiendo de la arena
y mojándote desde la cabeza
hasta los pies.

Yo sé que es justo en ese instante
cuando quieres ver amanecer.
Evaporas la tristeza,
ya no quedan rastros
de ese hermoso humano
que había llegado a tocar su corazón.

Y vuelve a ser de día
cuando la luna nunca se asomó.
El cielo se despeja,
pues creyó que hoy sí vería llover.
A lo lejos aún se oyen los truenos,
empujados por el viento
al que le avergüenza ver este paisaje ennegrecer.

Parece que hoy será un buen día,
que no necesitas de mi ayuda,
pues traes una sonrisa
que cualquiera querría usar.
Pero antes de que partas,
confiésame una cosa:
¿quién te dijo que no podías llorar?

2017/03/24