Soltar la guerra

Hay cenizas que han quedado abandonadas.
Huesos calcinados
que guardan evidencia
de recuerdos desahuciados.
El hombre solitario
va y hace su camino
removiendo escombros
que otras civilizaciones
han dejado.

En su momento no se sabe,
pero lo que con el tiempo se construye
no es más que un campo de batalla.
Tierra fértil desangrada
en la que hacen más ruido
las bombas al caer
que cuando estallan.

Uno libra las cruzadas
que uno quiere
por la gente que más ama.
Aunque esa gente
nunca esté consciente
de todo lo que pasa.

Como el odio,
la guerra es una idea
que uno aprende y guarda
esperando el mejor momento
para usarla.

Y así hay guerras que llevamos
con nosotros.
Ansiedad que va soltando pólvora
sobre todo lo pasado.
Equilibristas entre el fuego
vamos caminando,
esperando no quemar a nadie
ni tener la mala suerte
de quemarnos.

Soltar la guerra
es a veces necesario:
Olvidarnos del peligro
y de lo que hace daño.
Soltar la guerra
y lo que está con ella:
el sudor,
las lágrimas,
las raíces,
el dolor,
las cicatrices.

Soltar la guerra
hasta quedarnos solos,
desarmados,
esperando por la paz
o por algún intento
inesperado de la tregua.

Soltar la guerra
y sabernos derrotados.

Sentirnos satisfechos,
olvidados.

Soltar la guerra
y lo que nos ata a ella.

No mirar atrás.

Soltar la guerra,
aunque nos duela.


Collage por @Luiisao