Quizá debas
mirarle a los ojos
y sonreír.
No sólo con los dientes,
sino también con la mirada.
Desviar la vista,
dirigirla hacia otro lado
con la esperanza de que
cuando vuelvas a enfrentarlo
ya no tenga puestos
sus ojos sobre ti.
También puedes intentar estar con él,
escucharlo.
No decir una palabra;
ESCUCHARLO.
Asentir de vez en cuando
para que vea
que no estás ignorándolo.
En algún momento
el contacto con su piel
deberá a empezar a hacer estragos.
Querrás que sus abrazos
duren para siempre.
Estar unos momentos a su lado
dejará de parecerte suficiente.
Puede que tú pienses
que él es lo mejor
que te pudo haber pasado.
Que por fin encontraste
a alguien diferente.
Pero no te dejes engañar
y ten mucho cuidado.
Como él habrá otros más
y por ahora tu corazón
está en pedazos.
¿Pero cómo no quererle
si fue el primero en atreverse
a platicar contigo
de lo que nadie más quiere?
Oh, sí.
Es aquel por el que mueres,
por el que las palabras
saben a otra cosa
y no siempre suenan como deben.
Olvida lo que piensas
y dile lo que sientes.
Quizá,
en una de ésas,
él también deje de sonreírte
con los dientes.
29/05/2016