Ni una idea de quién eres
Índigo
y no hay sol
que te cambie de color
ni sombra que cubra el aura
que irradias a tu paso.
Índigo
Me ves y piensas que quizá
puedas ser un poco distinto
que todos lo demás.
Y aún así viniste
por no saber quién eras
guardando las palabras
para intercambiar otro tipo de promesas
que nunca recordaste
dónde aplicar.
Y veo quiénes te rodean
Índigo
y me pregunto
por qué no estás conmigo
leyendo la mente
que te he dejado abierta,
adivinando el pensamiento
como si fuera gran hazaña
cuando bien sabes
que sólo pienso en ti.
Y no sé si en verdad seas distinto
Índigo
porque no sé leer tus colores
ni medir tu inteligencia.
Tampoco entender tu cerrazón
ni entender tu indiferencia.
Pero con eso no me dejo herir
porque sé que necesitas
algo de guía
para salir de este infierno
que quieres apagar
con sentimientos
hirviendo dentro de ti.
Y viene la peor parte
Índigo
porque eres objeto de deseo
muy difícil de alcanzar.
Y no ayudas a nadie
con esas piedras
que colocas
para llegar a la cima
de tu imaginación.
Y no son las nubes
que llegan a alcanzarte,
tampoco la lluvia
que hace trampa.
Eres tú y esa confusión,
ese prejuicio nada válido
con el que justificas
cada día
el quererme de la manera
más abstracta
que puedes inventar.
21/10/2012