
Pasos detenidos en el tiempo.
El viento rodeando nuestros brazos.
De la mano, tú y yo caminando
por una ciudad ajena a nuestros cielos.
Vinimos desde lejos
a encontrarnos.
A mirarnos a los ojos,
a disfrutar,
a reírnos de nosotros.
Quién iba a pensar que los que hace un mes eran dos extraños
encontrarían un paraíso
en el lugar donde la libertad hizo su nido.
Y quizá eso hicimos:
Darnos cuenta de que lo que sentimos
no depende de lo que los dos demás nos dictan,
sino de nosotros mismos.
Filadelfia, mi amor.
Piensa en ella como en la ciudad que entre besos descubrimos.
En la que dejamos nuestras lágrimas
y con caricias recorrimos.
Filadelfia,
mi amor.
Es el ejemplo de un lugar
donde la historia y la modernidad
nos hacen ver
que aun hay emociones que no tienen hogar
y que debemos resolver.
Filadelfia la voy a recordar
como la ciudad
en la que sembramos nuestro amor al transitar.
Como la ciudad en la que la gente sonreía
cuando nos miraba al caminar.
2019/08/25