Ninguno de nosotros

Ninguno de nosotros

Caímos en la trampa:
ambos esperamos un paquete
que nos diera la respuesta.

Y de pronto tú te fuiste,
me dejaste abandonado
y sólo me dijiste
que recibiera
lo que ya no me pertenecía.

Y así esperé los días
hasta que una llamada
desconcertó mi vida:
se trataba de un envío
que no tenía la dirección correcta.

Y llegando a casa no vi nada.
Nadie me encontró.
Lo que fuimos ya no estaba.
Aunque la dirección hubiese sido
la adecuada,
la persona a la que querías
ya no era ésa que buscabas.
Entonces,
¿para qué seguir
con la insistencia?

Pasaron pues los días
y me siguieron persiguiendo
las llamadas.
Dejaste cosas a mi nombre
que nunca recogiste.
Me quedé solo con el polvo,
con la sensación de vacío
que no volví a saciar
pero que tampoco devolviste.

Correspondencia mutilada;
el futuro quedó extraviado
entre tantos números y timbres.

Lo que debió haber sido eterno
se nos fue muy rápido.
Nunca llegaremos a saber quién escribió
la última carta.

Hubo un mensajero
que se interpuso entre nosotros.
Ése al que pedimos
que escribiera unas novelas
en vez de telegramas.

Un otro que no fui yo.
Un otro que no eras tú.
Un ninguno de nosotros.

17/08/2014

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *