
Llegamos solos a encontrarnos,
y nos despedimos solos al perdernos.
El sexo fue un pretexto
para tenerte entre mis brazos
y así desearnos mutuamente
hasta extinguirnos en silencio.
Quisiste enamorarte
y eso fue lo que pasó.
Pero al final no supiste
si fue porque insististe
o porque naturalmente
fue algo que surgió.
Sostuvimos las miradas,
respiramos nuestro aliento.
El miedo, dejamos que fluyera
y que no fuera impedimento.
Me dijiste que entendías,
que conmigo era suficiente;
que no estabas seguro de que yo
fuera eso que querías
porque según tú
lo nuestro era diferente.
Y al final no supe qué pasó.
Parecía que todo iba tan bien
cuando decidiste que era tiempo de borrar
todo aquello que sentimos.
Me pediste no buscarte,
me pediste no llamarte,
me dijiste no aferrarme,
pero me dejaste
sin instrucción para extrañarte.
No sé si lo mío sea buscarte,
o sólo recordarte en pensamientos.
La verdad, no existen recovecos
donde quiera yo desearte
que no hayan sido descubiertos
en lo que tuve para amarte.
Dejaste siempre claro
que no estabas listo para esto,
pero al final no hay nada más honesto
que sentirse derrotado
por palabras que uno dice
para las que no está preparado.
Me pediste no llorarte,
me pediste no esperarte,
me pediste ya no hablarte,
pero me dejaste
sin instrucción para extrañarte.
Hoy yo ya no sé si preguntarte
cómo estás
o si te arrepientes de lo dicho.
No sé si tú también piensas en mí
o si soy yo quien no está listo
para de una vez por todas olvidarte.
Motivos diste para odiarte,
pero me dejaste
sin instrucción para extrañarte.
2019/10/06
Ilustración por @yosoyreef