Detrás de cada letra
hay alguien muriendo.
Está la atención puesta
en un momento del pasado,
en una verdad que ya no cuenta.
Detrás del diario
que se abre ante tus ojos
ocurre la violencia,
el robo,
la injusticia.

La realidad está allá afuera
haciendo fila
esperando a ser noticia.
A veces se disfraza de culpable,
otras, de una víctima;
las fotografías pueden ser traidores
a la espera de embaucarnos.

No es difícil engañar
cuando se tiene la ventaja
de ser alguien honesto.
Las palabras pierden su sentido,
no son lo significan
cuando las sacas de contexto.

La realidad no es objetiva;
eso siempre ha sido una falacia.
La realidad le pertenece
a quien primero ha decidido publicarla.

Por cada sonrisa hay una lágrima,
por cada aplauso hay una herida,
por cada uno de nosotros
hay un desconocido y su familia
quienes gustarían seguir siendo
unos anónimos.

09/02/2014