Yo contestaría esa llamada:
la que suena cada 10 minutos.
Escucharía los mil mensajes,
la voz que te hacía soñar.
Prestaría atención
a los perdones y motivos
que me hicieron actuar así.

Yo abriría todos los correos,
leería todos los mensajes.
Buscaría al menos comprender
por qué a veces las personas
que más amamos
suelen lastimarnos sin querer.

Yo me enamoraría otra vez de mí.
Me acordaría de las estrellas
que se encendieron esa noche
para iluminar nuestra mirada.
Recordaría nuestra inocencia,
los nervios,
el tartamudeo.
La ansiedad que nos recorría
la piel como si fueran mil hormigas.

Yo me limpiaría las lágrimas,
abriría la puerta y saldría corriendo
hasta el lugar en el que estás.
Me arrepentiría de lo que dije,
de lo que no pensé escuchar.
Iría directo a enredarme entre tus brazos
para nunca despertar.

Yo me enamoraría otra vez de mí.
Me levantaría con la sonrisa
que me regalaste ese verano:
irradiando sol y cielo azul sin nubes
cada día del año.
Me acordaría de las palabras,
de los besos inocentes,
del caudal de rosas
que llovió sobre nosotros.

Yo pensaría de nuevo en lo que dije,
buscaría ponerme en tu lugar.
Me acordaría de que tú y yo no somos
tan distintos
como en la realidad queremos parecer.

Y no entiendo por qué queremos
parecer extraños
cuando conocemos las ruinas
que nos trajeron hasta aquí.
No sé cómo piensas
ni qué viento te guía ahora,
aunque si me viera por primera vez de nuevo
no dudaría un segundo en
enamorarme otras vez de mí.

10/11/2013