Hilo rojo

Entre tú y yo hay un hilo rojo.
A veces está tenso,
a veces está flojo,
pero nunca ha estado roto.

Este hilo no lo puso ninguno de nosotros.
Siempre estuvo ahí
desde el primer momento
en que nos miramos a los ojos.

Este hilo nos conecta
desde tiempos muy remotos.
Y es tan frágil como la seda,
aunque a veces se sienta
tan indestructible como el oro.

A veces sigo el hilo
para guiarme hasta contigo,
y en ocasiones te encuentro rápido,
y en otras, atravieso por miles de obstáculos.

No sé si lo haces a propósito
o si solo eres muy curioso
y te gusta andar por los caminos
que parecen peligrosos.

Tampoco sé si te gusta jugar así conmigo
y esperas que vaya siempre tras de ti
para ver si estoy celoso,
o simplemente tratas de decirme
que prefieres estar solo.

Cuando miro algo bonito,
me gusta hacer vibrar el hilo
para recordarte que aquí sigo.
Y a veces paso horas
esperando a que respondas,
pero te amo de tal forma
que espero a que las ondas
vuelvan hasta mí,
aunque sé que cuando lo hacen
ya no traen tu aroma.

No sé si te asusta
que este hilo nos mantenga unidos,
pero a mí poco me importa,
porque entiendo que aunque así lo haya querido
nunca serás mío.

Hay veces en que suelto un poco de madeja
para ver qué tanto te alejas,
y me cuesta saber que aun eres joven
y te gustaría ver cosas ahí afuera,
y que puede que un buen día,
quizá ya no regresas.

Entre tú y yo hay un hilo rojo,
un hilo que con el tiempo he ido soltando
quizá más de lo necesario.
Y mucha gente me dice que debería tirarlo
y esperar a que tú lo recojas del otro lado,
pero no sé si estoy listo para eso
y quedar decepcionado.
Puede ser que también quede sorprendido
y realmente quieras
estar conmigo,
pero eres siempre muy tímido y callado,
y a veces no sé bien qué hacer contigo.

Entre tú y yo hay un hilo rojo,
un hilo que día con día se ha ido terminando.
Y, si te soy honesto,
de este lado
de ese hilo rojo
ya me queda poco.

10/05/23