Contando ovejas

Treinta y seis veces
cada pierna.
Como si un remedio
así de simple
suficiente ayuda fuera.

Superstición,
diría cualquiera,
fuiste lo que siempre quise
y no pensé que sucediera.

Pero cómo puedo yo olvidar
todas esas ocasiones
en las que feliz
te enviaba flores
sin saber
que no te las quedabas,
sino que se las regalabas
a otro hombre.

Estoy seguro
de que él nunca lo supo,
y que la pasaron
muy bien juntos,
a pesar de lo que
hubiera yo querido.

Y no te culpo.
Nuestro amor
fue un remolino
en el que lo más sencillo
hubiera sido
que me hubieras dicho
cómo se llamaba él.
Estoy seguro
de que lo hubiera comprendido
sin necesidad de tanto estrés.

Y hoy aquí me dejas:
contando ovejas
en noches tristes
donde no tengo la certeza
de si aun me amas
o si ya no te interesa.

No existe receta
que ayude a que yo duerma.
No me queda nada
sino las ojeras
por pensar en las promesas
que se quedan
sin razón de ser.

Y ahora aquí me tienes:
contando de 3 en 3,
en orden
o a la inversa.
Tomándome cocteles
de rivotril,
melatonina
o CBD.

Aun no te has dado cuenta,
pero de qué sirve
que te escriba mil poemas
si no entiendes el problema.

Tomaste todo eso que podías
sin preguntarme si quería.
Y ahora aquí me tienes:
Contando ovejas
en noches tristes
en las que me da igual
no poder dormir.

Cruel ambivalencia
sin saber si quieres irte
o mejor te quedas,
aunque el silencio
sea siempre
tu mejor respuesta.

03/11/22