
Voy a escribirte un poema, espero que no te importe. Es sobre la piel del agua, que seguro ya conoces. Creo que sabes dónde hallarla, pero me pregunto si alguna vez has sabido amarla. Uno no se da cuenta a veces del color de la piel del agua, porque resulta es transparente y nuestros ojos no lo entienden: quieren verla abriéndose camino entre la roca, acariciando a su paso todo lo que toca. Pero así no es la piel del agua. Me parece que a veces no tiene palabras y es solo una brisa besándonos la cara. Otras, es una gaviota, flotando sobre el aire, descalza. Un ave que confía en la nada. En el vacío en el que se columpia, y cuando se cansa va y se mete al agua. Se acerca. Se revuelca. Se aleja. Y a veces es perfecta y a veces tiene rabia Y a veces uno debe de quedarse así esperando a que la ola lo arrebate como otro cuerpo entre las sábanas. La piel del agua no descansa. Es arcoíris de ansiedad, dolor, tristeza y calma. En él viaja la arena perfumada que nadie sabe lo que lleva Ni tampoco lo que arrastra. Pescadores de momentos, que el tiempo borrará. Amar es caminar por la orilla y saber encontrar piedritas en el mar 19/05/2022