La piel del agua

Voy a escribirte un poema,
espero que no te importe.
Es sobre la piel del agua,
que seguro ya conoces.

Creo que sabes dónde hallarla, 
pero me pregunto si alguna vez 
has sabido amarla.

Uno no se da cuenta a veces
del color de la piel del agua,
porque resulta es transparente
y nuestros ojos no lo entienden:
quieren verla abriéndose camino
entre la roca,
acariciando a su paso
todo lo que toca.

Pero así no es la piel del agua.

Me parece que a veces no tiene palabras
y es solo una brisa besándonos la cara.
Otras, es una gaviota, 
flotando sobre el aire,
descalza.

Un ave que confía en la nada.
En el vacío en el que se columpia,
y cuando se cansa va y se mete al agua.

Se acerca.
Se revuelca.
Se aleja.

Y a veces es perfecta y a veces tiene rabia
Y a veces uno debe de quedarse así esperando a que la ola lo arrebate 
como otro cuerpo entre las sábanas.

La piel del agua no descansa.
Es arcoíris de ansiedad, dolor,
tristeza y calma.

En él viaja la arena perfumada
que nadie sabe lo que lleva
Ni tampoco lo que arrastra. 

Pescadores de momentos,
que el tiempo borrará.
Amar es caminar por la orilla
y saber encontrar 
piedritas en el mar

19/05/2022