Lúcida y lucida

Cómo luchar contra lo que no se ve.
Cómo transmitir lo que no nadie más puede sentir.
Por fuera, todo es calma
y monumento.
Por dentro, quema la garganta
y es infierno.
Día tras día 
no dejo de sentirme sucia
jugando esta ruleta rusa
que sé que tengo que perder.

No me sé la única
en llenar los recovecos
con pastillas
que me permitan
soñar despierto,
y olvidar 
por un momento
que mi vida
está vacía 
y yo siempre condenada
a morirme desangrada,
pues no encuentro
en mis adentros
las palabras
que algún día
me cansé de repetir.

Vivo atada
a un bote salvavidas
mientras navego a la deriva
entre los restos de un naufragio
con tal de ser feliz.

Nunca he sabido si es mejor
hundirme o flotar,
o simplemente
soltarme y dejarme llevar 
por la marea
que me recuerda
que no puedo estar en paz.

Hoy no existe diferencia 
entre volar y estar aquí.
Tristemente 
me acompaña la conciencia
que aunque abra la ventana
no logro diluir.

No sé si estoy lúcida o lucida,
o sólo un tanto perdida 
entre el dolor y la agonía.
Si estoy bien o estoy herida,
o si seguir esta delgada línea
es lo que me hace sentir mal.

Sé que debo de parar
y de confiar ciegamente
mi vida con extraños,
quienes antes de juzgarme
se deberían de estar cuidando
de que yo me encuentre aquí.

Lúcida y lucida:
llanto y apatía;
después, euforia súbita.
Callejones sin salida 
que me llevan a dudar
entre lo que quiero
y lo que tengo que aguantar.

Jamás arrepentida
de haber sido esa niña
que nunca se cansó de preguntar:
Cómo luchar contra lo que no se ve.
Cómo vivir lo que no puedes entender.

23/06/2022