Callan las abejas en noches como esta. Sin las risas de los bosques también mueren las luciérnagas.
Bajo cierta luz, las sombras tienen otra forma. Son firmes líneas de agua haciendo olas en silencio.
Las palabras vuelan, como lo hace el viento. ¿Pero quién lleva a quién en su marea? ¿Es el polen el que baila encima de la rabia? ¿O las bacterias las que hacen saladas nuestras voces?
Dejé de interesarme por las flores cuando me aprendí todos sus nombres.
No tiene sentido.
Bajo cierta luz, los colores son iguales. El amarillo es como el blanco y el azul es como el negro. De nada sirven los olores si con los días de frío vuelven siempre los temores.
¿Me extrañaba? No lo sé. Bajo cierta luz, el espejo no me enseña nada nuevo.
Las estrellas no me guían ni el dolor me reconoce. Soy un frío retrato, cuyo amor se desvanece. Quizá, algún día, la pared me engulla y nadie pueda distinguir dónde empiezan o terminan los lienzos de mi alma. No lo sé. Bajo cierta luz, la maldad y la belleza se parecen de la cara.
Ambas dibujan sonrisas que podrían ser de alegría o de venganza. Pero también la mente se cansa de estar al pendiente todo el tiempo de las heridas y tormentos que aun no nos espantan.
Bajo cierta luz todo es como antes: hasta aquello que pensamos que estaba muy distante.