Tres de espadas y un as de corazones. Confundidas las pasiones retamos a la muerte sin ponerle condiciones.
Espalda con espalda, oídos sordos, la razón vendada. Cada uno estaba listo para este desafío y desenfundar sus armas.
Si había quedado todo claro, decidimos olvidarlo y fingir como si no pasara.
Abriste la ventana y te subiste a la primera nube que besó tu cara. Me dejaste aquí sentado, con un cigarro a medio arder y el cenicero lleno de palabras.
Salí a buscarte, aunque la verdad, debo admitir, era que no quería que me encontraras. Me perdí en los laberintos que tanto reclamaste y que tú mismo quisiste que probara.
Yo sé que querías envenenarme, pero no esperaste tú ponerte el pie para caer en tu propia trampa.
Si para ti fue muy sencillo, dejaste en mis manos el gatillo que habría hecho que todo explotara.
Pero no era algo que quería ni que hubiese disfrutado. Quería que me encontraras desnudo en los brazos de alguien que apenas hubiera conocido.
Sexrevenge, ¿pero con quién? Sé que sobran las opciones, pero me faltan los cojones para salir y pretender que es muy fácil para mí olvidar en estas situaciones.
Sexrevenge, ¿pero con quién? Sabes que no busco solamente quien me plazca, sino alguien que realmente entienda qué me pasa.
No quiero comenzar de nuevo la misma historia cada vez que llevo a alguien a la cama. Solo quiero descansar tranquilo sin pensar si ha sido algo que yo he dicho o solamente las ganas de hacerme pasar por un martirio.
Sexrevenge, ¿pero con quién? Ojalá fuera contigo para evitar este suplicio de pretender que busco a alguien cuando en realidad tú eres lo que necesito.